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Procesión Magna 2025

11·11·2025

Con motivo de la procesión magna organizada por la Diócesis de Cartagena el próximo sábado 15 de noviembre se harán presentes en la capital murciana distintas efigies devocionales procedentes de todas las demarcaciones regionales. Entre ellas destacan un buen número de obras de arte que han sido restauradas en los últimos años por el Centro de Restauración de la Región de Murcia.

Con este motivo, se invita por medio de esta reseña a la contemplación de estos trabajos en los que la emblemática institución cultural ha puesto su trabajo al servicio de una de las manifestaciones culturales emblemáticas de nuestra Región.

  1. El Santísimo Cristo de la Esperanza de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Murcia. Es una pieza esencial del Siglo de Oro de la escultura murciana. Pese a la dificultad para desentrañar su autor -está documentada la intervención de Francisco Salzillo y, posteriormente, Roque López sobre una talla precedente- supone la consumación de un modelo anatómico de fuerte impronta italiana que hace pensar en la interpretación de fórmulas corporales y texturales tomadas del propio Bernini. Junto a este influjo, la belleza de su policromía y la bella expresión del rostro sirven de contrapunto al dramático arqueamiento que sirve para disponer el cuerpo expirante de Cristo (restauración de 1987).
  2.  La última de las piezas de la “magna procesión” intervenida en el Centro de Restauración es el Santo Cristo del Consuelo de Cieza. Interesantísima obra anónima de “cartapesta” con una anatomía de apurada mesura y adecuada complexión anatómica, reviste el atractivo de mantener imperturbable la puesta en escena heredada del Barroco; donde, junto a la simbólica inserción de la Cruz dorada, la ráfaga, el nimbo o la corona de espinas metálica dorada, se suma la disposición del característico “tonelete”: paño de pureza textil sobrepuesto que evoca la condición sagrada de este prototipo. Las fechas de realización de la obra, enmarcada entre 1617 y 1624, se ciñen a la presencia en la capital murciana de una serie de autores vinculados a este tipo de “escultura ligera” que, como Cristóbal de Salazar, Jorge de Oñate, Juan Tomás de Alarcón y Pedro de Jaca, pudieron ser su artífice (restauración de 2025).
  3. Pieza de exquisito modelado es la Dolorosa de la localidad costera de Águilas. Se trata de una magnífica escultura de vestir que, siguiendo estrictamente la factura de la tipología murciana consagrada por Francisco Salzillo en 1756, se realizó originariamente para la localidad africana –española entonces- de Orán (Argelia). La destrucción de este presidio en el terremoto de 1790 y la posterior evacuación de sus habitantes y bienes artísticos a la península deparó su inmediata llegada a la población murciana; fundada apenas unos años atrás por el rey Carlos III, la pieza pasó a ubicarse en el templo parroquial de San José abierto en aquella misma fecha. La policromía, sin embargo, quedó muy afectada tras los ataques sufridos en 1936 perdiéndose el acabado original. Durante la última intervención quedó acreditada la magnífica factura del rostro vinculado a aquel artífice sobre cuya atribución se encuentran actualmente abiertas diferentes líneas de estudio para sostener con solvencia la autoría de la referida patrona de Águilas (restauraciones de 1986 y 2021).
  4. Nuestro Padre Jesús Resucitado supone la primera incursión de González Moreno en las procesiones de Cartagena. La Cofradía Marraja puso el embrión que, hacia 1940, cristalizaría en el nuevo cortejo del Domingo de Resurrección. Los promotores acuden al artista que ya había adquirido renombre en su tierra por obras como el Santo Entierro de Murcia. Si en ésta sus esculturas interactuaban con el lenguaje dieciochesco, en el caso de Cartagena podrá mimetizarlo con el estilo de los contemporáneos Capuz y Benlliure. Tras la realización de varios bocetos para un conjunto escultórico, la obra final correspondería a la talla individual de Cristo: de gran sentido ascensional (reforzado por el elegante lenguaje de las manos) y equilibrado movimiento. Finalmente, en 1943 el Resucitado salió por vez primera en procesión correspondiendo al 80ºaniversario de aquella primera salida su restauración que le devolvió su policromía y carácter prístino, abundando en la calidad técnica y el solvente esteticismo presentes originalmente (restauración en 2024).
  5. La Virgen de la Esperanza, patrona de Calasparra, es un ejemplo de devoción mariana regional. Tanto es así que ambas imágenes -“la Grande” y “la Pequeñica”- han sufrido históricamente desperfectos debido al énfasis de los devotos por ceñir objetos a ellas. La preocupación de la mayordomía al respecto ha motivado las sucesivas intervenciones. Pese a los orígenes remotos (los primeros datos se corresponden con la donación en 1617 de la imagen superior de vestir por parte de Juana Sánchez) no convergen en una sola impronta hasta, aproximadamente, 1786. El origen de “la Pequeñica” se remonta al legendario hallazgo por parte de un pastor tras ser olvidada en la gruta por un caballero cristiano. Muestra una ejecución y estilo que difieren de su homóloga de vestir, tratándose de una imagen de terracota policromada iconográficamente asociada a la Expectación de la Virgen. “La Grande”, por su parte, es efigie de vestir de carácter típicamente Barroco (que encaja con el contexto de las imágenes revestidas cortesanas propias de tiempos de los Austrias) siendo su cabeza el único elemento original. Ambas son veneradas en la ermita rupestre de la Fuensanta, fundada a principios del siglo XVII, espacio donde la naturaleza y la fe se fusionan (restauraciones en 2002 y 2011).



Fuente: Centro de Restauración de la Región de Murcia



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